El secuestro del pesquero vasco Alakrana, ha llevado a la sociedad española a contemplar escenas dramáticas como consecuencia de la inacción del gobierno socialista, que acentúa la desesperación de los familiares de los pescadores secuestrados, inmersos en medidas desesperadas de presión a través de manifestaciones y declaraciones a los medios. Es, por tanto, interesante acercarnos a lo que ocurre en Somalia y ver cuales podrían ser las posibles soluciones al conflicto que se plantea y que ha llevado a España a participar en la Operación Atalanta.
Somalia es un estado fallido. Un estado fallido es aquel tipo de estado en el que la población retira su legitimidad al gobierno del mismo, porque no es capaz de proveer a la población de los servicios básicos que debería prestar, por ejemplo; el bienestar o la seguridad. Esta legitimidad se traslada a otros actores, como pueden ser grupos islamistas, señores de la guerra y tantos otros que sí son capaces de hacerlo. Otro ejemplo de estado fallido en el cual España tiene intereses geopolíticos es Afganistán.
¿Qué es lo que se puede hacer ante esta situación? El problema de los estados fallidos ha tratado de solventarse mediante procedimientos de construcción nacional y de instituciones de gobernanza por la comunidad internacional, estableciendo protectorados. El problema es que dichos procesos requieren mucho dinero, además de recursos humanos y materiales. El resultado de estos procesos por los que se quiere construir democracias liberales en estados que no son dignos de llevar ese nombre, es a menudo desastroso.
La comunidad internacional ya trató de solucionar los problemas de Somalia en 1.993 y el resultado fue el desastre, tal y como las tropas estadounidenses pudieron comprobar en sus propias carnes, y no existe voluntad política en Occidente para afrontar un segundo Afganistán con todo lo que ello implica. No parece haber más alternativa que apoyar a los actores locales proclives a Occidente, si es que los hay, y reprimir la piratería desde dentro y a través de ellos. Asimismo, la dificultad de la situación no obsta para que el gobierno español tome decisiones –cosa que no hace-, proteja a sus ciudadanos, cambie las leyes si es necesario y use la fuerza cuando la situación lo requiera. Si esto no ocurre, España no merecerá tampoco el nombre de estado y no podrá considerarse mejor que Somalia.
Españoles sin España, una esperanza
Hace 5 años
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