viernes, 26 de junio de 2009

¿QUÉ ES LO QUE ESTÁ OCURRIENDO REALMENTE EN IRÁN?


La brutal represión que los manifestantes de la oposición están sufriendo de manos de las autoridades iraníes, han llevado a llenar las páginas de los periódicos occidentales de muertes, sangre y sufrimiento. Sin embargo, más allá del mórbido espectáculo que contemplamos; conviene echar un breve vistazo a la naturaleza real del régimen iraní y de las luchas intestinas que se desarrollan en el mismo para entender cual es la situación actual en este importante país del Oriente Próximo y realizar unas breves consideraciones.

1-La lucha desarrollada por parte de los partidarios de Musavi no es una lucha por recuperar la democracia, porque la democracia en Irán pura y llanamente no existe desde hace 50 años. Las elecciones sirven únicamente para elegir a un presidente con unas competencias muy limitadas, que se reducen casi exclusivamente al ámbito de la economía. Además, instituciones como el Consejo de Guardianes pueden vetar los candidatos que consideren que no se ajusta a la naturaleza teocrática del régimen. El poder político y militar, está en un cargo no electo; el ayatollah Ali Jamenei –líder de la Revolución-, que controla la mayor parte de los resortes reales del poder. Ahmadineyad es poco más que un mero títere. A esto cabe añadir la numerosa vulneración de los derechos de la población del país, en especial minorías étnicas, mujeres y homosexuales. Irán es pura y llanamente una dictadura y así es considerada por numerosas instituciones y organizaciones como Freedom House.

2-La resistencia no servirá para que las cosas cambien. Aún en el caso de que se reconociese que Musavi hubiese ganado las elecciones, es un miembro del régimen. No quiere modificarlo, únicamente relajar algunos de los aspectos más denigrantes del mismo como es la situación de las mujeres. Las propias proclamas de los seguidores de Musavi, no dejan lugar a dudas sobre sus intenciones. El citado conflicto es una lucha de poder dentro del régimen entre figuras como Rafsanyani y Jamenei, no una lucha para cambiar la naturaleza del régimen. Por tanto es mera ilusión que alguien piense que las protestas cambiaran algo en la autocracia iraní.
3-Occidente se encuentra atado de pies y manos ante un Irán capaz de desestabilizar estados de la región en los que hay tantos intereses occidentales como Afganistán o Irak. La tibia reacción tanto de Estados Unidos como de los diferentes países europeos, se debe en buena medida al reconocimiento de esta cuestión. Parece mejor, dadas las relaciones de poder actuales, tragar con un Irán estable que arriesgarse a una región desestabilizada y a un nuevo resurgimiento del terrorismo islámico como consecuencia de un intento de cambio de régimen por la fuerza e imposición de la democracia como las que se dieron en Afganistán o Irak.
La contención y marginación del régimen iraní, fuera de panfiladas como la Alianza de Civilizaciones y otras supercherías semejantes, por mucho que le pese al gobierno español, parece la mejor estrategia para una situación que no debe irse de las manos a Occidente por las consecuencias nefastas que podría provocar.

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