lunes, 19 de octubre de 2009

¿UN VIAJE HACIA EL REALISMO? ESCALA I: ESTADOS UNIDOS

Existe un dicho en la política española, que algunos comentaristas consideran un principio de ley y es la dedicación que los presidentes de gobierno españoles otorgan mayoritariamente a la política exterior en un segundo mandato. Siguiendo esta supuesta ley, el presidente Zapatero ha realizado uno de sus más largos viajes al exterior, que le ha llevado entre otros destinos a Estados Unidos, Israel, Palestina y el Líbano. ¿Qué es lo que se puede sacar de ahí? En esencia un viaje para tratar de solventar sus antiguas meteduras de pata y enormes errores en el ámbito internacional. 

El primero de estos destinos sería Estados Unidos. Tras cinco años de meteduras de pata, errores diplomáticos, ignorancia de la defensa del interés nacional español y supeditación al idealismo ideológico socialista, por fin el presidente Zapatero ha podido poner los pies en el Despacho Oval y hacerse la ansiada foto con el presidente Obama. Naturalmente para hacerse la solicitada foto ha sido necesario pagar en un sentido literal, esto es, una promesa de incremento en hombres, recursos y dinero en el fallido estado afgano, en la peor guerra de la década –mal que le pese- cuyo desenlace no está nada claro y sobre la que ni siquiera Estados Unidos tiene una estrategia clara. Todo ello para compensar tres errores absolutamente evitables y que España ha debido pagar en respuesta a la aplicación práctica de los prejuicios ideológicos del presidente del gobierno. 1- La retirada unilateral de las tropas de Irak. 2- Las ofensas a la bandera estadounidense. 3- La declaración unilateral de retirada de tropas en Kosovo. 

Zapatero, ha demostrado su lado más realista en el citado encuentro, eso sí, de una forma farisaica, como ejemplo esencial del discurso hipócrita del que hablarían autores como Morgenthau, Kennan o Kissinger. Si ha aceptado recomponer las relaciones con Estados Unidos, ha sido por la elección de un presidente que si le gustaba, que sí era ideológicamente de su agrado. En caso de que hubiese sido McCain y no Obama el vencedor de las elecciones; es bastante probable que las cosas siguiesen como estaban y que Zapatero se hubiese agarrado a su utopismo progre y a la política exterior más unilateral de la democracia española que hemos conocido –a pesar de que en su discurso defienda el multilateralismo como forma única de actuación válida en la escena internacional-, y todo ello debido a que nuestro presidente antepone su ideología al interés nacional de la comunidad política que le ha elegido. Esta es la nueva constatación de que la guía que aplica Zapatero a su errática y confusa política exterior, carente, por cierto, de cualquier fundamentación teórica, es su propia ideología. Este principio constante se verá en el resto de las escalas, que comentaremos en breve.

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