El 9 de diciembre de 2009, Obama defendía en su discurso durante la entrega del nobel de la paz, la necesidad del uso de la fuerza y el papel de la llamada “guerra justa”, entendida desde un punto de vista realista –autodefensa y uso proporcional de la misma-, que evocaba a grandes maestros como Suarez o Vitoria y al filósofo comunitarista Michael Walzer. Obama considera que ante la existencia del mal en el mundo, las imperfecciones del hombre y los límites de la razón, el conflicto armado estará siempre presente y será necesario, por ejemplo, para combatir el terrorismo.
Frente a este alegato realista y de sentido común, el presidente Zapatero en sus recientes desatinos en varios frentes; Marruecos y el Sáhara -en el caso Haidar-, Reino Unido y Gibraltar, el terrorismo islámico en el Sahel o Somalia y la piratería, parece decidido a no usar la fuerza bajo ningún concepto. El llamado poder duro –una de las dos vías que tiene el estado para actuar en política exterior consistente en acciones militares o sanciones económicos- ha quedado desterrado de sus planteamientos por razones ideológicas, y con él, una política exterior completamente coja.
Zapatero parece haber optado únicamente por el poder blando –la capacidad de atraer a otros a nuestro lado mediante el atractivo de la cultura de un estado y de su diplomacia. Sin embargo, un estado que en situaciones de riesgo se niega a utilizar todos los resortes a su alcance, no parece merecer tal nombre. El poder inteligente, no es sino la combinación de poder duro y poder blando, tal y como el creador de este concepto, el profesor Joseph Nye recordó a la Administración Bush en sus intentos de que emplease en mayor y mejor medida el segundo.
Zapatero ha caído en el error inverso al de Bush, emplea exclusivamente el poder blando y se niega a utilizar el poder duro, provocando que el primero sea malgastado y despilfarrado –pues semejante negativa nos da la apariencia de un estado poco serio, débil e incluso bananero. Tal y como le ha demostrado el presidente Obama, Zapatero debería utilizar todos los resortes a su alcance para poder resolver los problemas que afronta España y superar la creciente debilidad de nuestra política exterior, de lo contrario, todos pagaremos caras las consecuencias de sus errores
Españoles sin España, una esperanza
Hace 5 años
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